Son monstruos.
Yo era un agente de la Fundación SCP. Todo el día veia un campo de concentración. Me descuidan, me consideran una vida humana inútil, de la que se puede prescindir. Los investigadores nos miran, escondidos detrás de sus batas blancas y anteojos. Todos los días miles de nosotros perecen. Ellos mueren en la ignorancia. Toda mi vida he buscado encontrar la verdad sobre mí mismo, sobre el mundo que nos rodea, sobre las anomalías.
Es con esto en mente que soy parte de la Fundación SCP. Ellos dicen que buscan respuestas. Dijeron que gracias a mis habilidades militares, había tenido la oportunidad de unirme al grupo de investigación paranormal y anomalías más ilustre e importante.
Los más ilustres, los mejores. Me hacen reír. Miles de investigadores trabajan aquí, pero son inútiles. Su trabajo es estudiar una anomalía, hacer un informe, hacer algunas pruebas y seguir adelante. ¿Cuántas entidades aquí confinadas podrían ser beneficiosas para la humanidad?
Estas personas están encerradas en una hipocresía generalizada y colectiva. Se niegan a enfrentar los hechos: lo que hacen es inútil, si no para protegerse de ciertas cosas. Protección, pero ¿a qué costo?
Querer aislar, confinar todas las anomalías simplemente por el hecho de que algunas son peligrosas, destructivas, es pueril. Todas estas anomalías podrían usarse, no están allí para nada. Hay medicamentos que lo curan todo, ¿por qué no usarlos fuera de las pruebas? Hay armas con municiones infinitas ¿por qué no las usamos contra nuestros enemigos?
Y a todo esto, ¿quien soy? ¿Por que quiero formar parte de esta hipocresía? ¿quiero, como las personas que denuncio, esconderme detrás del argumento del miedo para poder ocultar lo paranormal del resto de la humanidad? ¿quiero continuar contemplando todas estas poderosas entidades que nos serían útiles sin hacer nada? No.
No, ya no quiero participar en todo esto. Solo soy un peón, un instrumento de lo paranormal. Es suficiente. Debe cambiar, el mundo debe cambiar.
Por todas las veces que se rieron de mí, por todas esas personas que mueren en silencio, cuando la solución a todos los males de la humanidad está ahí, ante nuestros ojos, y la escondemos detrás de las rejas, detrás de las paredes, ellos pagarán.
Un chico, su nombre es Bario, creo, me contactó. Él me escuchó. Él estaba interesado en mí. No me consideraba un peón en un gran ejército que luchaba contra los intereses comunes del mundo. Él me entiende, él es diferente.
Me ofreció unirme a un grupo llamado "La Insurgencia del Caos". El nombre inicialmente me desmotivo y luego el me explicó. Me puso una imagen detrás de las palabras que habia dicho, me darian los medios para vengarme de mis opresores, me mostró que las intenciones de este grupo son dignos de elogio, me convenció.
Entendí que no luchamos para asesinos, traidores a la humanidad, opresores, monstruos, con palabras dulces y miedo a la guerra. La guerra debe venir, estamos listos, y estaremos listos para responder a los ataques que se realizarán contra nosotros. Debemos luchar contra los monstruos con los medios adecuados. Nos reuniremos, creceremos, pelearemos, liberaremos y ganaremos. Somos la Insurgencia del Caos.